miércoles, 2 de julio de 2014

72. JUEGO DE NIÑOS. De Sam Elowin


El aullido se sintió de madrugada, estaba cargado de miedo, llego rompiendo el sueño de todo el pueblo, y luego, sin haber pasado diez segundos decenas de aullidos, tal vez cientos, ensordecedores, machacando la noche, alertando a madres, enfureciendo a los hombres que el día de mañana tenían que trabajar temprano.
Lo peor fue el silencio de los niños, las madres corrieron a sus cuartos encontrando camas vacías, baños vacíos; agudizaron sus oídos tratando de escuchar a sus hijos, sentían el miedo crecer en sus entrañas. Abrieron sus puertas gritando sus nombres, corrieron hacia los aullidos, esperanza en sus almas de no llegar demasiado tarde; los hombres las siguieron, sus duros rostros resquebrajándose a cada paso, ¡sus hijos!
Todos se detuvieron casi al mismo tiempo,  ahí a los pies del cerro, era fácil de ver y a la vez lo más difícil, el frío de la noche caló sus huesos petrificándolos, o tal vez fue el miedo.
Estaban ahí, pero no era sus hijos, quedaba algo de ellos, puede que la ropa, definitivamente no los ojos. Las perros a sus pies agonizantes, aún emitían pequeños quejidos, los niños sonreían, sus ojos escarlata viendo a sus padres, los palos aun en sus pequeñas manos.  


Seudónimo: Sam Elowin

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